miércoles, 30 de junio de 2010

Tapas voladoras


Los Astros Chef, los cocineros de los supersónicos invadirán nuestra vida, aquí una muestra de sus creaciones (lo mejor es que están suspendidas en el aire y además giran sobre su eje) una idea divertida para romper el hielo en una primer cita...


El equipo de cocina del hotel Villacortés (Playa de las Américas) en Tenerife con el chef Diego Schattenhofer a la cabeza ha desarrollado un trabajo que mezcla la alta gastronomía con la astrofísica el resultado: esta tapas voladoras.

El principio son imanes que se "repelen" (por simplificarlo) y hacen que estos pequeños envases se mantengan literalmente en el aire, perfectos para las barras del futuro, una imagen muy a lo supersónico ¿no?
En el futuro... ¿Qué comeremos? o ¿Cómo lo comeremos?

Curiosidades de la gastronomía tokiota

Desayuno típico, sopa oscura (de miso rojo) con fideos algunos vegetales y algas. Además un plato de arroz blanco con una croqueta de mini calamares y un huevo a medio hacer...¿Hay algún cereal con leche que supere esto?

Frutas confitadas a las que se les ha "sellado"con un símbolo...¡un detalle!

Una de las cosas más deliciosas el matcha (que es un polvo obtenido antes de que el te verde se seque) integrado en las golosinas occidentales. Aquí en la famosa versión de estos helados. Estaba delicioso!
El melón es considerado la fruta del emperador con lo cual se justifica que los ejemplares sean vendidos en esta cajas forradas de terciopelo. Son melones creados artificialmentes para que tengan la piel y la rama perfecta. De sabor...seguro que bien, no lo sé pues no em atreví a pagar los 5 mil yenes en promedio que cuesta, son como unos 50 euros...¿Por un melón?

El tempura típico tokiota: con aceite de sésamo y menos crujiente. Sabor intenso y delicioso.
La mejor de las pastelería del mundo (la clásica francesa reinterpetada por japoneses) Aquí una versión de lo más fashion de los Fun Cakes.
En japón algunos perros calientes son ligeramente diferentes...

Huevos cocidos en hornos naturales de agua asulforadas, aquí una cesta obtenida muy cerca del Monte Futji...la leyenda dice que si se come uno se tendrá 7 años de vida, dos 14 pero comerse tres en un atentado a nuestro colesterol.

Chocolates con forma de Monte Futji de donde solía salir Mazzinger Z.

lunes, 28 de junio de 2010

Inside Zaranda

Una noche en el restaurante Zaranda en su extinta versión madrileña (acaba de mudarse al Hilton de Mallorca) Aquí cómo Fernando Pérez Arellano su variopinto equipo defiende su estrella Michelin...

El chef, Fernando Pérez Arellano (un madrileño treinteñero) abrió el "primer" Zaranda en 2005, dos años más tarde lo mudó y lo amplió, el resultado: distinciones como Restaurante revelación por Food & Wine, el "Grande de Mañana"del congreso Lo mejor de la Gastronomía y hace un par de años una estrella Michelin.

Su equipo es multicultural por lo que Arellano durante el servicio llega a hablar hasta tres idiomas.

Este vapor hace que se acentúen las rudas condiciones dentro de una cocina el resultado en la próxima foto:
El rostro de nuestro amigo asiático tiene partes en las que ha abusado del "peeling".Los platos son examinados por varios del equipo antes de salir, incluso se llega a evaluar lo similares que pueden ser entre sí las porciones y la temperatura a la que se encuentra la losa.
La mesa de calor, aquí se pueden montar los platos y mantenerse caliente al igual que las cabezas de los cocineros una vez que se meten bajo la rejilla. Aquí el origen de muchas enfermedades de las que sufren los cocineros por la exposición permanente al calor...
Una de las entradas estrellas con jamón y crujiente dulce.
El chef de la mano de su "hombre de sala", tal cual como un director de películas, de hecho nótese las pantallas detrás, (reflejaban lo que ocurría en cada mesa)...la pregunta es: ¿es legal tener a los clientes bajo cámaras de seguridad? al menos con eso el chef logra tener el "timing" de lo que ocurre en cada mesa y sabe cuando exactamente enviarle el siguiente plato y sobre todo saber qué reacción tiene cada uno...ventajas de la tecnología...Un entrante (apuesta segura), pulpo confitado.
Órdenes van y vienen, poquísimos momentos de calma...
Menos momentos para bromear pero los hay...
Lo que sobran son instantes de muchísima tensión, la velocidad en el backstage quintuplica la del salón...
La mejor de las pruebas de que se están haciendo las cosas bien, aquí ya dentro del ascensor que transporta los trastos hasta el piso de abajo dónde se lavan...
El centro de una de los momentos más tensos, se trataba de una tarta de corazón líquido pero en su versión de dulce de leche...pero antes de "salir a escena" se rompía y se acaba la sorpresa ¿la solución? más intentos...
Aquí dos más que también se rompieron...muchaaa tensión, se solventó con postres gratis para toda la mesa! Una de las hipótesis: el azúcar que se usó, un cambio en la ecuación que se pagó en pleno servicio.

Nuevo postre preparado para salir a escena.
Un refrescante sorbette de sandía que seguro no disgustó a los comensales.
Petir fous para el café, estos salidos del "salón helado" donde el pastelero trabaja.

Una de las piezas de este reloj suizo: la encargada de lavar los trastos, italiana, otrora actríz, nos regaló una sonrisa...
Lavar y secar es parte de la rutina, antes de terminar todo debe estar en su orden, ni un sólo trasto sucio en el fregadero.
Ni uno solo fuera de orden...
El final: limpiar cada quien su estación.

Remelluri, donde también se come...

Las bodegas Remelluri son unas de las más interesantes para visitar en la zona de La Rioja, no sólo por su 105hectáreas de viñedo sino porque el proceso aún conserva algunas técnicas para emocionar a los nostálgicos como la recogida de la uva en pequeñas cantidades (para no aplastar las primeras), el pisado en un antiguo lagar, la "clarificación" del vino con claras de huevo y las barricas de madera. Aquí una vista del viñedo:




Una maqueta de la granja otrora santuario de Toloño

Los días de invierno con ese toque cinematográfico maravilloso, especialmente al norte de España, aquí arriba la entrada al comedor.
La visita comienza con un recorrido guiado por la bodega en la que explican los pasos de la creación del Remelluri, uno de los vinos más famosos de la DO de por estos lares.
Fuego maravilloso que le da un sabor delicioso a las chuletas de cordero.
Chuletas de cordero en las brasas...

Morcillas de la zona, a la parrilla deliciosas!
Espárragos con aceite, vinagre y ajo. A un buen producto no hace falta echarle mucho.
Cuando el aceite es tan amable no importa hacer una piscina con él y bañar lo que queramos, en este plato fue con el propio aceite Remelluri que desafortunadamente no se vende al público.
Las porciones para dos personas eran generosas, no obstante, la cocina para los 37 euros por persona que se paga (la visita a las bodegas es gratuita) decepciona en cuanto a originalidad. Digamos que parece un comedor (maravilloso claro está) de los que abundan por el norte de España y pero esperábamos algo más innovador.
Pimientos asados. Deliciosos, una apuesta segura y muy saludable de la cocina tradicional española.Una "pequeña"vasija de papas al chorizo ¡deliciosas! aunque el pan que las acompañaba no tenía el mínimo nivel para estar en la mesa, era pan de supermercado que comenzaba a endurecerse. Error imperdonable en una de las zonas emblemas de la gastronomía de España.

Un close up de la grasa que ingerimos. Lo bueno es que era invierno y se echan en falta calorías para calentar el cuerpo.
El postre que -como no podía ser de otra manera- estaba compuesto de peras al vino con un helado de nata, perfecto porque no estaba empalagoso.
El final con aperitivo, café, vistas maravillosas y buena compañía. Lo mejor: la vista que conseguimos una vez que pedimos que nos apartaran de la zona de fumadores (imperdonable que aún exista por el precio del menú y en un lugar en el que se supone la gente va a apreciar las cualidades de un caldo de la categoría Remelluri). Fueron muy amables pero como ven nos tocó un mantel sin planchar...
Vista del viñedo... la comida se extiende mucho rato y por fortuna no los echan después de comer pero los que aún después de la sobremesa no se atreven a conducir pueden "esperar"frente a este paisaje.
Un momento para hacerse la promesa de volver. Ojalá para la vendimia.