El prototipo de plato de Eneko Atxa,cocinero vizcaíno con dos estrellas Michelin en cinco años de puesta en marcha de su restaurante Arzumendi en Vizcaya, cuyo borde tiene una serie de pequeños agujeros que expulsan el aroma mientras se come.
Caldos infusionados de Flavio Morganti del restaurante Galileo de Orense, creador de una máquina que combina elementos como fuego, vapor y humo para transformar los platos y el ambiente en el que serán servidos. “Aromatiza ahumador”.
Dani García mostrando la cola de cazón de la cual, tal como hacen los chinos con la cola de tiburón, extrae la gelatina que desprende después de horas sumergido en agua helada y con la que es posible espesar caldos sin agregarle grasa.
Su plato de tomates que mostró el año pasado y que repitió en Millesimé (una pena que ya lo use como comodín) Lo novedoso era el caldo en el que estaban sumergidos, un caldo microemulsionado o lo que es lo mismo, al que se le ha introducido grasa encapasulada.
Nuno Mendes cubre sus platos con una sábana de piel de leche (obtenida al calentar lentamente la leche)
Mendes, portugués afincado en Londres con un restaurante cuyo nombre, confiesa, lo define en gran medida: Viajante.
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